Hoy me zocalizo

Hoy hago hacinamiento de cicatrices, las trituro, la rompo en pedacitos, como la mampostería que aterriza cual punzón de lo inhallado en la rejilla, desde donde mirábamos el mundo las tristes florcitas, y otras representaciones fáciles y digeridas, hasta que, no mejor no, el cansancio siempre gana al iluminismo, pero como dije hoy me zocalizo, que es como hacerse un ovillo y concentrarse al máximo en la fuerza del esternón para que no se vean las hilachas desmejoradas de cada día, pienso en las rejas que no estaban otros días y todo el predio era compartido por los vecinos, otro relato más sin continuidad, al fin sólo su percepción nos aletargaba, ahora el río marrón y el mundo que se va, la casa y tu recuerdo, al fin ya estabas muerto, qué importa si el cuerpo ya no estaba aquí. Muerto estabas en la casa rota, expectante como partitura devorada en silencio, incienso en escombro, epitafio que el tiempo no me permitió pronunciar: la noche (la más oscura noche fue tormenta y mi insomnio fue guardavela lenta, lentísima) y la espera, dos actos simultáneos como un pestañeo y la subida de las aguas, la lluvia de ancestros, ellos vinieron a buscarte, ellos han llovido, porque llover es mover las bisagras del mundo y las puertas debían abrirse paso, ellos han roto el hilo que nos consagraba en dos mundos diferentes y me han mostrado la salida en flotar, en el avance de las aguas y el espacio recuperado, movimiento que no entiende nada de las rejas, ni de los predios ahora fraguados por la desconfianza, y menos del tiempo, sólo conocen de neblinas, de pedazos, de alcantarillas y de la noche que se fuga.

Victoria Palacios

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