Serie: Las tejedoras
Kuei
Mei/ la que duerme en el I’ Ching.
De mis
sombras, es
la que
sigue
obediente
y rastrera
construyendo
imágenes.
Polen
brillando en el jardín, semilla
de sacros
tacos.
Pelvis o
corazón,
en el
sueño eras cuerpo
sobre
cuerpo desnudando
tiempo.
Ahora se vuelve
otro
disfraz nocturno.
Yo como
viuda negra
tejo y
destejo
el ropaje
que endulza
mis
paneles de palabras.
¿
Esclavizarme?
¿ Mi
imagen, tu propiedad?
Hay en un
sector de jardín
un espacio
estrictamente poético
donde mis
voces
bailan y
trepan
junto a
abejas
que
esperan
sol.
Tráfico
Débora
acaricia la mirada
de sus
hijas,
sabe que
no hay sintaxis de la muerte
que pueda
extirparle
su fe.
Débora
canta la mudanza
de las
fuentes claras,
de los
frescos ríos
en
degradé.
Las ideas
brillan pálidas,
como
chispas erráticas
por
instantes estallan,
y luego se
retiran
como
bruma.
Dark,
dark, dark
They
all go into the dark.
Sus
párpados espera
exhalan y
caen.
Piensa que
eran seis las que se llevaron.
Y sueño
que sueña otro sueño,
cae
rendida en muerte.
Donde
antes lo veía
ahora sólo
sueños,
pero
leche,
blanca
leche de tus senos,
la más
chica
sube tu
remera
y mama,
rendida no
se debe.
El
desierto contractual
cubre el
cuerpo de las nenas
como
ejércitos
sin
virginidad.
Las
tejedoras
Ellas
cantan
destinos
ciegos,
tristezas sangre a orillas
del mar,
al pie
de las
olas.
Cuando
creo que me han dejado
sola y
dormida
en las
noches negras
me salvan.
Tejen
y destejen
la cifra para salir
del
arti.cio del tiempo y del espejo,
porque
sumergida he olvidado
la sombra
de la que antes fui.
No hay
silencio más triste que deseo
-
murmuran. Pero saben que Medea
sólo
convalidó sus palabras
por
venganza. Nacen y mueren
en cada
instante que ahondándose
en la
profundidad, deja sus restos
de espuma:
en las costas
blandas y
húmedas.
Como no
tienen memoria, sus secretos
son
retorno de goces ancestrales:
origen,
nacimiento, iniciación...
mama
menguante
mama
tambor.
La
canción de la huesera.
Se jactaba
de ser arrojo, iridiscencia
tibia de
la diosa. Buscaba
lo no
dicho en los surcos
incandescentes
de la arena.
Aullido
sórdido de una hembra de plástico.
“Ahora
que es
toda
afuera
de carne
toda
adentro
desierta”.
Sólo una
sombra
en la
cascada arti.cial.
Mi olfato
de fragancia de lágrimas
se bordaba
a las vertientes
del
acuario, llano, chato, adonde
descendían
las bestias,
en un
intento fatuo de salvar al pez fosforescente
que se
abrumaba en los bordes metálicos.
Aullido
sórdido de una hembra de plástico.
La
desnudez sacra
reducida
a un solo
gesto:
Quirófanos,
ironía
estética, féminas
in.ables
como muñecas.
Yo misma
soy la
enemiga.
En el
cerro del espejo
canto a la
mujer.
Y mi voz
es sueño, conjuro
hundido
sobre la
atmósfera blanda,
sacrificada.
El
Panal de Eurídice
Recordarte
-Libando-
Íntima
contracción
regocijada
en el
tacto de una imagen.
En la
búsqueda soy
un
espejismo tuyo
un
despojo,
eco de un
bramido de soledades. Y mi voz,
ese
simulacro desplumado en la ilusión primera:
perdurar
en la noche. Porque no canto,
lloro. Y
en la fría incertidumbre
aguardo
bajo la lámpara
la sombra
hacia el otro.
- Ardor-
En mi
cuerpo se revela la pérdida
que calla
el deseo del nombre.
Poemario distribuido en cajita viajera(2003)
profunda
ResponderEliminargracias!
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