Ojo de Agua Escribí a Marsella, a la flecha, hilo negro, que hace del mar la boca negra del mundo, y por ahí caminamos con los ojos concentrados en la pérdida de color, rojo oxidado de la espesura, brillo de la cuerda que saltó cuando gritamos “no nos roben los ojos de agua” por su inarmónico acorde desigual, puente que deshoja a cada paso una página escrita de duelo, contrabando y tránsito, ahí en el punto calvario donde la mismidad se hace ajena y lo extraño nos clava la punta de las vides derramadas en la fisura del esternón, por su canción mal pronunciada, por los paneles obscenos de producción y las manos bajo tierra buscando un ancla que sacuda los frutos pueblo abajo antes del amanecer. Escribí en Venecia y sus calles flotantes, su olor putrefacto, sus hablas incomprensibles y su vocación de suicidio angosto, subiendo museos baratos para ver todo el ahogo caer en canaletas perdidas, barro deshaciéndose al magma original en un remolino tan oscuro que arrastraba en su elips...
Invitación: No me interesa lo que hagas para vivir. Quiero saber lo que ansias, y si osas soñar con lo que desea tu corazón. No me importa la edad que tengas. Quiero saber si te arriesgas buscando como un loco el amor, los sueños, la aventura de estar vivo. No me interesa saber qué planetas cuadran tu luna. Quiero saber si has tocado el corazón de tu propio dolor, si te han abierto las traiciones de la vida o si te has contraído y cerrado de miedo a más dolor. Quiero saber si te puedes sentar con el dolor, el mío o el tuyo sin moverte para esconderlo o apagarlo o conciliarlo. Quiero saber si puedes estar con alegría, mía o tuya; si puedes bailar con desenfreno y dejar que el éxtasis te llegue a la yema de los dedos sin precaverte a ser cuidadoso, realista o a recordar las limitaciones del ser humano. No me importa si lo que me cuentas es verdad. Quiero saber si puedes desilusionar a alguien siendo fiel a ti mismo; si puedes soportar la acusación de traición sin traicionar tu propia alm...
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