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Rotación

Rotación “Catiti Catiti Imara Notiá Notiá Imara Ipeju.” “Luna Nueva, oh luna nueva. Instiga en cualquiera recuerdos de mí.” Couto Magalhâes ¿Conservas apacible la curva del arrecife? Si en ese pasito catumbí duro, duro todo se enlaza y gime en ti; graba, negrito, graba ese gemido de placer que llega a tu ribera: zambauaya tum, zambauaya tum tum, zambauaya tum tum tum. alambique Trazo que sufre procede del sufrir: “Y en la espinita clavada recoge la íntima resonancia de las ondas errantes”. Luna de bambú, difusa refleja fragmentos de visiones: sucias anclas de la identidad que busca tiempos húmedos por donde el desprecio hace agua y baja vum vum vum                                                                                                                          Alambique, Tersites, 2007

Hoy me zocalizo

Hoy hago hacinamiento de cicatrices, las trituro, la rompo en pedacitos, como la mampostería que aterriza cual punzón de lo inhallado en la rejilla, desde donde mirábamos el mundo las tristes florcitas, y otras representaciones fáciles y digeridas, hasta que, no mejor no, el cansancio siempre gana al iluminismo, pero como dije hoy me zocalizo, que es como hacerse un ovillo y concentrarse al máximo en la fuerza del esternón para que no se vean las hilachas desmejoradas de cada día, pienso en las rejas que no estaban otros días y todo el predio era compartido por los vecinos, otro relato más sin continuidad, al fin sólo su percepción nos aletargaba, ahora el río marrón y el mundo que se va, la casa y tu recuerdo, al fin ya estabas muerto, qué importa si el cuerpo ya no estaba aquí. Muerto estabas en la casa rota, expectante como partitura devorada en silencio, incienso en escombro, epitafio que el tiempo no me permitió pronunciar: la noche (la más oscura noche fue tormenta y mi insomnio

Caudal

Anoche me invadió el desierto de las quebradas, un violín desafinado que vuelve a mi memoria cada tanto, como un hueco abierto por el esternón, la huida de algo que no pudo ser, pero que encontró en la voz dulce que lo acompañaba la mejor palabra para una despedida. Las sombras se avienen cuando los ojos se rescatan en un brinco ajeno, de cabrita, de agenda de diarios viejos, de poemas y pinturas que ya nadie puede leer. No es un extrañamiento cualquiera, parece reunir todos los duelos posibles, y las respuestas no se hallan en las preguntas, todo es soledad. Los ojos de agua son puro caudal en la lejanía. Por un instante el sobrevuelo de los chimangos se me hace nítido, son muchos, y están allí o están acá. En las araucarias de la plaza de aluminé, en el volcán de los sueños expulsando sus antiguas cenizas, en la ventana de mi infancia, en los cables de teléfono rotos, en el pucará de tilcara, en el centro de la ronda de iruya, y ahora en la puerta de mi casa cada tarde. Van hacia el

Ojo de agua II

Contrajo sus alas en un mismo impulso del aliento, giro en elipsis hacia arriba rompiendo insatisfacciones medias tintas con la misma velocidad en que se rompe un jarrón, así el aire se dividió en dos orillas infinitas y filosas. No es posible respirar con suavidad de este lado chimanguito amigo, acompañame, quiero verte en esta turbulencia que de vez en cuando me hace feliz. Aquí donde se sueña con lo fugitivo aún, con lo que se capta al abrir los ojos por primera vez, el exceso del florecimiento, el vacío que dejan las máscaras cuando se cuelgan en la casa vieja. El diálogo aún puede retomarse cuando dejamos que las palabras sean más que burbujas sueltas que comprueban lo que pensamos. Al fin el pensamiento es una ilusión oscura que cansa la mente, refugio de paisajes chiquitos que suaves acarician nuestros sentidos, pueblo que reúne en una misma canción la intención del amor. Sé de tus pesadillas compartidas, vi las aves carroñeras, están lechuceando todo el día, se llenan de chil

Oriah el soñador de la Montaña

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Invitación: No me interesa lo que hagas para vivir. Quiero saber lo que ansias, y si osas soñar con lo que desea tu corazón. No me importa la edad que tengas. Quiero saber si te arriesgas buscando como un loco el amor, los sueños, la aventura de estar vivo. No me interesa saber qué planetas cuadran tu luna. Quiero saber si has tocado el corazón de tu propio dolor, si te han abierto las traiciones de la vida o si te has contraído y cerrado de miedo a más dolor. Quiero saber si te puedes sentar con el dolor, el mío o el tuyo sin moverte para esconderlo o apagarlo o conciliarlo. Quiero saber si puedes estar con alegría, mía o tuya; si puedes bailar con desenfreno y dejar que el éxtasis te llegue a la yema de los dedos sin precaverte a ser cuidadoso, realista o a recordar las limitaciones del ser humano. No me importa si lo que me cuentas es verdad. Quiero saber si puedes desilusionar a alguien siendo fiel a ti mismo; si puedes soportar la acusación de traición sin traicionar tu propia alm

En nuestras Taytas y Mamas está la sabiduría

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Debería continuar con la serie "Ojo de Agua" pero como me encantan los meandros, arroyos y afluentes, intercalo esto que encontré por ahí: EN NUESTROS TAYTAS Y MAMAS ESTA LA SABIDURIA En el correr de sus años, evidencian las arrugas los cabellos blancos, pero mas profundo que eso es la gran sabiduría que hay en ellos, los pueblos ancestrales, llevamos aun la convicción de pe dir concejo a nuestros abuelos para el accionar de nuestras vidas. Ellos son más que un libro costoso de la mejor editorial que se pueda conocer… ellos nos enseñan con más profundidad que las aulas universitarias, y jamás, jamás reclaman derechos de autor, enseñan con amor y paciencia al mismo tiempo con firmeza…” LOS RUNAS NO SOMOS BLANDENGUES” dicen siempre. Nos enseñan a ser justos con nuestro AYLLU, a convivir en armonía con la pachamama a trabajar en minka, en este NUEVO TIEMPO, son ellos quienes guiaran los caminos hacia la igualdad, armonía y reciprocidad verdadera.

Ojo de agua I

Ojo de Agua Escribí a Marsella, a la flecha, hilo negro, que hace del mar la boca negra del mundo, y por ahí caminamos con los ojos concentrados en la pérdida de color, rojo oxidado de la espesura, brillo de la cuerda que saltó cuando gritamos “no nos roben los ojos de agua” por su inarmónico acorde desigual, puente que deshoja a cada paso una página escrita de duelo, contrabando y tránsito, ahí en el punto calvario donde la mismidad se hace ajena y lo extraño nos clava la punta de las vides derramadas en la fisura del esternón, por su canción mal pronunciada, por los paneles obscenos de producción y las manos bajo tierra buscando un ancla que sacuda los frutos pueblo abajo antes del amanecer. Escribí en Venecia y sus calles flotantes, su olor putrefacto, sus hablas incomprensibles y su vocación de suicidio angosto, subiendo museos baratos para ver todo el ahogo caer en canaletas perdidas, barro deshaciéndose al magma original en un remolino tan oscuro que arrastraba en su elips