Boris Katunaric

Pasar al contenido principal CULTURA //// 23.07.2016 “Uso un lenguaje fuerte como contrapeso a la violencia cotidiana” Entrevista a Boris Katunaric, poeta, periodista y responsable de radio de la Agencia Paco Urondo. En 2014 publicó su primer libro, Poemas para torcer el rumbo del color de los ojos y próximamente se editará Cuatro simulacros de fusilamiento. Facebook Twitter WhatsApp Telegram Compartir Por Victoria Palacios Agencia Paco Urondo: ¿En qué sentido un primer libro de poesía es la puesta en escena de una violencia? ¿Por qué puede enunciarse como una violación del terreno de la infancia? Boris Katunaric: Creo que por primer libro, como todo sueño o anhelo, intenta plasmar ciertas obsesiones. No sé de dónde salieron exactamente pero creo que parten del terreno de lo real pero no por eso su textualidad, y esta diferenciación es algo que intento todo el tiempo. Es decir, por ejemplo, Osvaldo Lamborghini plantea "El Fiord" como una gran parábola. También puede acaparar en el terreno de la poesía cierta vinculación con lo social. No por nada expresiones populares como “te rompieron el orto” son usadas para retratar algún tipo de humillación. Traté de poner un poco de eso en juego buscando alguna forma de lenguaje nuevo (nuevo para mí, creo que de eso parte toda búsqueda). Ese territorio en donde es casi ineludible la voz poética de un niño tiene que ver más con lo temporal, la época en que me tocó ser niño (los 90) y las cosas que de adulto (o esto que soy ahora) pude tratar de entender o por lo menos de preguntar. Alguna vez leí un texto sobre los 90, nunca pude recordar el autor, que hablaba sobre la corrupción y que decía algo así como que todos pagábamos un impuesto a la corrupción, por el entramado Estado/empresas que se repartían la torta con la obscenidad con que en esa época se daba. Esa palabra: corrupción, por su propio impulso rítmico siempre me disparó hacia el concepto de corrupción de menores. Me pareció interesante ese vínculo entre corrupción, minoridad, violencia, mi propia experiencia como víctima de esa década infame y por ende llegar por fin al concepto de “violación”. Fue un largo camino hasta encontrar el núcleo del libro. APU: ¿Por qué realizar el esfuerzo de entrar en ese universo desconocido (así se presenta a partir del poema VI en el prólogo) y no menos doloroso? BK: El territorio de la poesía no es cómodo ni lindo ni fácil, y si lo es para alguien yo diría que más que poeta es un versero. En todo caso siempre se trata de entrar en una vorágine que ni uno mismo entiende como para tratar de sacar algo en limpio. Al revés de los “maestros” que quieren explicar, yo quiero preguntar, sí, como Lanata (risas). Pero yo diría que esto que me preguntás para mí no es un territorio del todo desconocido, por lo menos en lo que intento plantear. Hay una cuestión de violencia social y económica que es bien conocida por todos, por lo menos de la clase media para abajo, es una violencia que nace desde la clase política y empresarial y que tiene que ver con nuestra historia y con la concepción política que adquirimos con el tiempo. Toda la experiencia noventista es reflejo de eso. Por ahí no es tan claro porque una de las cosas que noté y que considero desacertado en el libro es la esa cosa del yo poético absoluto, tenía una intención de “socializar” la experiencia poética pero no pude racionalizarlo en su momento. APU: ¿Qué elemento de tu trabajo con la palabra, y que ponés en juego en el libro, se vinculan con la experiencia de la escisión del sujeto? BK: Creo que a pesar del yo absoluto trata, en la medida de lo posible, de ser una voz más y que esta comunique hacia afuera y no hacia adentro (que no sea onanista) y que también sea reflejo de la misma experiencia que la de tantos pibes y pibas de mi generación. En ese sentido, la escisión del sujeto es en tanto comunicación con lo real y con lo social. APU: ¿Qué procedimientos de la escritura te parecen que pueden permitir visibilizar las consecuencias de una cultura vejatoria que tiende a transformar a los sujetos en mercancías? BK: El procedimiento es de quien quiera emplearlo y me parece que esa es la búsqueda estética. La búsqueda de un lenguaje propio es esencial aunque no se lo encuentre a priori o incluso a posteriori. Yo elegí este lenguaje medio críptico, más que por mi formación, porque es lo único que me salió como para poder decir lo que quería. A esto agregale que no me gusta nada, pero nada de nada, la transparencia en el lenguaje poético y tampoco mucho en al narrativa. Ahora bien, yo no digo cosas “lindas” uso un lenguaje fuerte porque, de alguna manera, quiero que sea un contrapeso a esa violencia que vivimos a diario. Esa es la forma de comunicación que puedo ofrecer. Una forma de resistencia a cierta opresión cotidiana, naturalizada, en eso creo que está también la experiencia política, la militancia es un poco eso, un espacio en donde hacés fuerza para que el zapato del mundo afloje un poco. APU: Estás con un nuevo trabajo. BK: Es un libro que terminé hace muy poco. Se llama Cuatro simulacros de fusilamiento, evidentemente la violencia es mi tema, no sé por qué. Reafirma ciertas postulaciones de las que hablamos recién, la violencia y sus formas son el eje central de lo que escribo. Es un libro que trabajé, al igual que el primero, solo. No hago talleres de poesía por el momento, pero sí charlo mucho con mis amigos poetas y escritores y de cada cosita creo que encuentro parámetros como para explotar. En este libro tanto la forma de lenguaje como en la redacción tiene un trabajo distinto. Por ejemplo, lo que decíamos del yo poético absoluto ya no sería tan así, lo mismo si te fijás que en Poemas… con cada corte de verso le siguen mayúsculas aunque el fraseo siga, en este no, predominan más las minúsculas, cierta técnica periodística (cosa en la que también soy autodidacta) que se me metió. En ese sentido me parece un poco más maduro y más trabajado. Fragmento del libro Poemas para torcer el rumbo del color de los ojos SEGUNDA PARTE Las Violaciones I I Una posdata de niño Escrita en el respaldo de la cama Ahí te dejo pegado con un moco El amor de hijo Los días felices durante los ojos II Miedo y escritura Como la desmesura de baba problemática en mis pantalones Los pies se entrelazan a manera de serpiente Y en todo caso No se limita a los academicismos El amor no alcanza en la naturalidad inocente de un ahogo profundo en forma de pulsión Entonces creo Formas de incendiar Finas hierbas de transmutación Y en eso está la realidad III No puedo tomar la palabra Es un acoso de la memoria Que vibra en mí La acción Valoración del estropajo, del tocadiscos que se parte en el piso De la violencia como forma de comunicación por excelencia Una película pornográfica Un falso vibrar, una mueca dura Ni un cigarrillo IV Fue una película de la película Recuerdo Era un asco Un bodrio Desconfío, por eso, de la locura Tanta conciencia y cinismo Coherencia y coerción Tan irreal Tanto asco V El desdoblarse imperceptible de la cama Sólo un paso ¡Hay que desurrealizar esto! ¡La cama es una sola! VI Vuelvo a lo que nadie, nadie conoce Menos Al baile/Sin Ese pedazo de inocencia parasitaria Sin ruido, sin poder, sin nada Sólo uno de mis ojos ciegos Quieto como un Árbol VII Desorden. Alma. Público. Rio abierto, alas, piernas, dientes, pelo, baba. La serpiente Desarticulado por los engranajes del rio El asco se acentúa No me canso de decirlo, de repetirlo, de invocarlo VIII Hay una canción Y no hay música en los ojos Un Dos Tres… Vals para mi muerte Lleva Miserias Corrupciones Había que pagar el impuesto (¿Impuesto por quien?) Impuestos Corrupciones ajenas Tal vez ahora se trata sólo de eso En los sueños no queda más que una pizzería cerrada Olvidada por todo menos por la melancolía y, menos probablemente, por una canción El olor de los hornos en la lejanía del pasto y todas las contradictorias palomas del invierno IX Veo a mi abuelo en un bote celestial con su pipa y su postura de ángel protector de los humildes como Eva Perón en un amanecer de febrero cansancio y salitre en el pelo y su sonrisa de domingo gritándome ¡a comer! mientras yo busco en mi bolsillo la manera de dejarme de joder y que juguemos al Nintendo en la noche de las violaciones cuando ya no quedan juegos sino un lejano vino nuevo y esa delgada línea verde en sus costillas y en sus sienes y en esos ojos de cadáver exquisito BORIS KATUNARIC Facebook Twitter WhatsApp Telegram Compartir RELACIONADAS Lisergia peronista: Entrevista a Matías Segreti Salvarezza, sobre el COVID19: "No es una guerra, pero tensiona a la sociedad en una dimensión comparable" Verónica Segura, entre Star Wars y la poesía Diario de la desfiguración Colectivo de Comunicación Paco Urondo 2005-2020 Para comunicarte con la redacción de APU escribinos a agenciapacourondo@gmail.com Suscribirse Email Address * Los contenidos de este sitio están sujetos a una licencia Creative Commons Diseño y desarrollo > gcoop. 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